3 octubre 2024

Francia se plantea añadir el consentimiento sexual explícito en su código penal tras el caso Gisèle Pelicot

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El caso de las violaciones en Mazan ha generado un notable impacto en la sociedad francesa, impulsando la posibilidad de modificar la legislación relacionada con agresiones sexuales en el país. Gisèle Pelicot, una mujer de 71 años que fue drogada y abusada por más de una década por su marido, decidió que su juicio fuera público, situando el tema del consentimiento sexual en el centro del debate en Francia. Su esposo, Dominique Pelicot, jubilado y residente en el sur de Francia, contactó a más de 50 hombres a través de internet para que abusaran de su esposa mientras ella estaba sedada. Actualmente, varios de esos hombres están siendo juzgados en el tribunal penal de Aviñón.

Este caso ha llegado hasta los niveles más altos del gobierno. El pasado viernes, Didier Migaud, ministro de Justicia, expresó su apoyo a la idea de reformar la definición de violación en el código penal francés para incluir el concepto de consentimiento sexual explícito. Esta reforma ya había sido propuesta por el presidente Emmanuel Macron en marzo, quien manifestó su deseo de que la modificación se aprobara antes de finalizar el año. Sin embargo, el proceso quedó paralizado tras la disolución de la Asamblea Nacional en junio.

Debates sobre el consentimiento en el juicio de Mazan

Uno de los aspectos más relevantes del juicio ha sido la confusión expresada por algunos de los acusados en torno al consentimiento de Gisèle Pelicot. Durante el juicio, varios imputados afirmaron que no estaban seguros de si la víctima participaba voluntariamente en un “juego parafílico” o si realmente estaba siendo agredida sexualmente. Aunque Gisèle estaba completamente sedada, ninguno de los acusados consideró necesario obtener su consentimiento antes de tener relaciones sexuales con ella. Este hecho ha puesto de relieve una preocupante falta de comprensión sobre la importancia del consentimiento en las agresiones sexuales.

Actualmente, el artículo 222-23 del código penal francés define la violación como “cualquier acto de penetración sexual, sea cual sea su naturaleza, o cualquier acto buco-genital, cometido sobre otra persona o sobre el autor mediante violencia, coacción, amenaza o sorpresa”. Sin embargo, no se menciona de manera explícita la necesidad de obtener un consentimiento afirmativo. Desde la aparición del movimiento #MeToo en la década de 2010, el consentimiento ha cobrado mayor relevancia, colocándose en el centro del debate sobre delitos sexuales.

Otros países europeos ya han implementado el consentimiento explícito

Francia no es el único país europeo que está considerando un cambio legislativo para incluir el consentimiento sexual explícito. En 2018, Suecia implementó una ley que establece que cualquier acto sexual sin consentimiento claro constituye una violación, incluso si no hay violencia o amenaza. España también aprobó en octubre de 2022 una legislación similar, que exige consentimiento explícito para que las relaciones sexuales sean legales. Otros países, como Grecia y Dinamarca, han seguido este camino, adoptando definiciones más estrictas sobre la violación en relación con la ausencia de consentimiento.

En Francia, aunque ya se había comenzado a trabajar en esta reforma, el proceso quedó paralizado tras la disolución de la Asamblea Nacional. Sin embargo, el juicio de Gisèle Pelicot ha reabierto el debate, y algunos creen que esto podría acelerar el cambio en la legislación. Este juicio no solo ha sido emocional y socialmente significativo, sino que también ha impulsado a Francia hacia una mayor protección contra las agresiones sexuales.

Un juicio público sin precedentes

Antes del inicio del juicio, Gisèle Pelicot decidió que las sesiones fueran públicas, una decisión poco común en los casos de agresiones sexuales en Francia, donde los procedimientos suelen realizarse a puerta cerrada para proteger a las víctimas del estigma social. En este caso, Pelicot optó por permitir que la prensa tuviera acceso completo al juicio y que informara diariamente sobre lo que ocurría en la sala. Su abogado explicó que la víctima deseaba “trasladar la vergüenza”, permitiendo que fueran los acusados quienes enfrentaran la exposición pública.

Esta decisión ha tenido un gran impacto, ya que ha permitido que la sociedad francesa tome mayor conciencia sobre la gravedad de las agresiones sexuales y sobre las deficiencias en los mecanismos de protección para las víctimas. Además, ha destacado la necesidad de reformar la legislación para incluir el consentimiento explícito como un componente esencial en la definición de violación.

El problema de la sumisión química

Otro de los temas importantes que ha surgido durante el juicio ha sido el uso de sedantes para anular la voluntad de la víctima, conocido como sumisión química. En el caso de Gisèle Pelicot, los informes periciales revelaron la falta de recursos en el sistema de salud pública francés, especialmente en la atención primaria, para detectar este tipo de agresiones. Durante los años en que fue drogada por su esposo, Pelicot experimentó pérdida de memoria, alopecia y episodios de depresión, pero ninguno de los médicos que la atendió fue capaz de identificar lo que estaba ocurriendo.

Este caso ha puesto de manifiesto la necesidad de mejorar los recursos médicos para detectar casos de sumisión química y ofrecer una mayor protección a las víctimas. Asimismo, ha subrayado la importancia de contar con una definición más clara del consentimiento en la legislación francesa para garantizar que estos crímenes no queden impunes y que las víctimas reciban justicia.

El juicio de Mazan y la historia de Gisèle Pelicot han marcado un punto de inflexión en el debate sobre agresiones sexuales en Francia, aumentando la presión para modificar el código penal y reforzar la protección de las víctimas.